Prueba de ello es el diploma acreditativo que os mostramos.
Para los curiosos, aquí dejamos la situación de la población en cuestión.
Aquí os dejo el relato del viaje, contado en primera persona por Manolo Oliver (Habem Fallers). ¡¡¡ No os lo perdáis !!!
El día 14 de agosto de 2011, Salimos de Valencia a las 5 de la madrugada con dirección a Lyon, Francia, donde llegamos a las 8 de la tarde, después de todo el día de viaje al hotel Lyonest de tres estrellas, con el tiempo justo para ducharnos, cenar una buena ensalada e irnos a dormir, pues se puso a llover y como era un hotel de carretera no podíamos salir a dar una vuelta.
El domingo día 15, teníamos el desayuno a las siete de la mañana; era tipo bufet libre, cada uno se cogía del mostrador o la mesa de servicio lo que le apetecía, como en todos los hoteles; tras el desayuno nos dirigimos al autobús con dirección a Suiza.
En Suiza, realizamos la visita al famoso Castillo de Gruyere, a la fábrica del famoso queso, y luego nos dejaron tiempo libre para ver y comprar los chocolates y quesos que reciben el nombre de la región.
Comimos las típicas ensaladas del lugar en un restaurante de esta población y salimos de gruyere sobre las seis con destino a Todtmoos, donde teníamos el hotel el cual, nos servía de cuartel general durante los siguientes días de estancia en Alemania.
El lunes día 16, tras el desayuno, salimos a visitar la ciudad de Rottweil; ciudad histórica, con casi dos mil años de antigüedad.
Después de visitar esta bonita ciudad medieval, comimos en un céntrico restaurante, donde nos sirvieron una suculenta ensalada, y por la tarde partimos hacia Donaueschingen, donde visitamos la Fábrica de cerveza Fustemberg, con degustación de tres magnificas y diferentes clase de cerveza incluidas.
Concluida la visita y degustación de la famosa cerveza, nos dirigimos al nacimiento del río Danubio en los jardines del palacio de los príncipes de Fustenberg, en el cual se encuentra una preciosa y monumental fuente en forma de rotonda, en donde se considera oficialmente el nacimiento del Danubio; desde allí, estas aguas recorren 2.840 kilómetros hasta su desembocadura en el Mar Negro en Romanía.
Concluida toda esta interesante visita con sus correspondientes fotos realizadas, emprendimos la vuelta a Todtmoos, llegando al hotel sobre las ocho y media, tiempo justo para ducharnos y bajar al comedor del hotel para la cena.
El miércoles día 17, nos dirigimos a visitar uno de los enclaves más internacionales, el Lago Constanza, el cual limita con Alemania, Austria, Suiza y el principado de Liechtenstein; es un fascinante lago navegable de agua dulce, por el cual disfrutamos de una agradable excursión en barco. Este lago es tan grande, que la tierra llega a perderse de vista, y llega a alcanzar los doscientos cincuenta metros de profundidad.
Luego de la excursión en barco, comimos en un bonito restaurante una suculenta y magistral ensalada, y por la tarde nos dedicamos a visitar esta importante ciudad medieval, que lleva el mismo nombre del lago.
Visitamos la catedral de Nuestra Señora, de construcción románica, gótica y barroca y sus bonitas calles, que dan al puerto, desde donde siempre se ve una gran escultura femenina que lleva por nombre; Imperia, tiene nueve metros de altura y se encuentra en el mismo puerto de la ciudad de Constanza.
Regresamos al hotel donde llegamos a la horade de la cena; después de cenar una especial ensalada, quedamos con la guía del autobús; Mª Jesús, una simpática señora que estaba en contacto al parecer, con quien desempeñaba en la ciudad, las funciones de relaciones publicas en aquella zona de la selva negra.
En la ciudad de Todtmoos donde nos encontrábamos, estaban preparando la fiesta que se iba a celebrar al día siguiente en la cual por la tarde, íbamos a participar en una espectacular Entrada Mora.
Sonín, la Capitana de la Comparsa femenina, quedo con Oliver, el Capitán de la Comparsa mixta, para luego de cenar, examinar el recorrido del desfile, acordar los movimientos a realizar para mayor esplendor del espectáculo, conocer la zona y saber con qué música íbamos a contar para el desfile.
Hicimos partícipes a todos los demás componentes del desfile, para realizar un pequeño ensayo por la calle principal de este pequeño pero espectacular pueblecito, para familiarizarnos con el corto recorrido, pero lleno de sabor y belleza.
El breve ensayo, se realizó sin música, pues las marchas, iban a sonar con los bafles que se estaban instalando en la calle, para una verbena que actuaba después de nuestro desfile.
El jueves día 18 fue el más espectacular. Fuimos a las Cataratas del Rinen Suiza, ¡Verdaderamente impresionante! Son las cataratas más grandes de Europa. Nos subieron en una barcaza y nos acercaron bajo mismo de la cascada de agua, luego nos cruzaron a la otra orilla del río y subimos al mirador para contemplar y fotografiar la espectacular e imponente vista que desde allí se veía y se sentía. Después subimos al Castillo de Laufen, desde donde se divisaba un extraordinario panorama.
Volvimos a comer al hotel en Todtmoos, pues esa tarde teníamos que realizar el anhelado desfile a las cinco y media de la tarde.
En el hotel nos habilitaron una sala bastante grande que estaba vacía para vestirnos todos; había muy buen ambiente general, así que después de la comida, sobre las cuatro y media comenzamos a engalanarnos, ayudándonos unos a otros hasta quedar impecables.
Una vez ataviados fuimos saliendo a la calle; las gentes se quedaban sorprendidas, no daban crédito al acontecimiento festivo nunca visto, que estaba a punto de producirse en esa ciudad.
Para nosotros era todo un enigma. No sabíamos cómo iba a resultar este evento. No teníamos banda de música, solo éramos dos comparsas; una de moras y otra mitad de moros y mitad de moras, la música la llevábamos grabada en un CD, la cual iba a ser reproducida por la megafonía de una orquesta de tres músicos, que iba a actuar en la calle después de nuestro desfile.
La perspectiva era la siguiente; un desfile por la calle principal del pueblo con solo dos comparsas de ocho personas cada una, con la música enlatada de un CD que reproduciría el amplificador de una charanga de verbena a trabes de cuatro bafles, colocados en el medio de la calle, cuyo sonido alcanzaba poco más, que el de nuestro torreón cuando hacemos los ensayos.
Pero la verdad, es que más allá de los medios disponibles y de la escasa infraestructura con que contábamos, le pusimos muchas ganas y mucha ilusión, y fue un clamoroso éxito. La gente alucinaba, desfilamos por toda la calle la cual estaba repleta de kioscos y paradas ambulantes de todo tipo.
Al llegar al final de la calle nos cruzamos las dos comparsas, haciendo un número muy vistoso conjuntamente entre los guerreros y las espectaculares morairas; las gentes se agolpaban a lo largo del itinerario intentando superar la gran convulsión producida por las extraordinarias doncellas que con su encantadora belleza abrían el desfile.
Y llegamos al final, cerrando el desfile con nuestra esplendida comparsa, que con paso firme reflejaba nuestro corazón guerrero, avanzando triunfales por la principal calle de esta magnífica ciudad alemana, conjugando, fuerza armonía y colorido.
Así transcurrió nuestra magnifica Parada Mora; tranquila, bien organizada y con espectacular nivel, siendo aclamados por todas las gentes del aquel lejano lugar.
Al final de la fiesta fuimos obsequiados con el distintivo de la ciudad. Una placa o escudo; el cual guardamos después de agradecer el emocionado detalle de manos del señor Germun, delegado y relaciones públicas de la ciudad de Todtmoos.
Terminado el acto, nos despojamos de los trajes, los guardamos como corresponde, y nos dimos una buena ducha para quitarnos todo el calor que se había concentrado en nuestros cuerpos, para bajar a cenar y dar una vuelta por el pueblo, donde la gente del lugar seguía celebrando las fiestas atiborrándose de cerveza.
El viernes día 19, salimos con dirección a Colmar, una preciosa ciudad de Alsacia, comimos codillo en un típico restaurante. Con un pequeño tren turístico visitamos esta pintoresca ciudad conocida como la pequeña Venecia, por la cantidad de pequeños canales similares que transcurren por ella. De Colmar ya partimos hacia Lyon, volviendo al primer hotel de partida para llegar a cenar y dormir.
El sábado día 20 después de desayunar, salimos hacia España, comimos en un restaurante de bufet libre con cava incluida para celebrar lo bien que lo habíamos pasado, y desde allí, vuelta al punto de origen, Valencia.
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